martes, 2 de febrero de 2010

Personajillos


Como decía Churchill: “el político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. Esta máxima no se contempla en muchos de los políticos que dirigen la vida municipal, autonómica y estatal. Estamos rodeados de personajillos que se dedican a la política porque se consideran importantes ante los demás. Normalmente sus limitaciones son muchas y practican esa vieja táctica de la envidia y el odio para salvaguardarse de la realidad. Y esta sólo es una: son unos ineptos.
Son personajillos que deambulan por este mundo, el de la política, con alguna pretensión y sin interés por hacer las cosas bien. Y así nos va. La regeneración política, por la que muchos abogan, tendría que pasar por darles las gracias y enviarlos a sus casas. Hay personas capaces y con más meritos que podían ocupar cargos de responsabilidad. Muchos lo han intentado y se han marchado a sus casas asqueados. Otros ya ni lo intentan. ¿Por qué? Es sencillo: estos personajillos cierran las puertas para que nadie les pueda hacer sombra. Si alguien despunta más que ellos es el fin y esto no lo pueden soportar.
Estos personajillos sólo saben hablar mal de los demás. Como dijo Churchill: “quien habla mal de mí a mis espaldas mi culo contempla”. Mantienen las apariencias pero, cuando rascamos un poco, no encontramos nada. El vacío más absoluto.
Y estos personajillos son el cáncer de la política actual. Son como el perro del hortelano. Y así vamos. Después algunos se quejan que la gente no va a votar. Tal vez el ciudadano es más inteligente de lo que nos imaginamos y lleva tiempo observando a estos personajillos y por eso deciden no votar. Existen tres tipos de personas: aquellas que se preocupan hasta la muerte, las que trabajan hasta morir y las que se aburren hasta la muerte. Se debe colocar a los personajillos en esta última. Su vida es tan aburrida y carente de sentido que en el fondo merecen nuestra consternación.

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